Amanece en Boisbuchet y lo primero que hice (antes de si quiera lavarme los dientes) fue correr a tocar el cemento que habíamos dejado en el molde la noche anterior. Pánico total, seguía fresco y había llovido recientemente. Todavía teníamos mucho por hacer así que despeje mi mente y continuamos con el día. Obvio me fui a lavar los dientes, bañar y desayunar, fuimos al pueblo por material que nos faltaba y al rió por una cantidad impresionante de piedras. Aparte de las piedras del rió que íbamos a utilizar al interior necesitábamos del tipo que había por todo Boisbuchet para lo que va alrededor. Nos regañaron un poco por andar quitando piedras, ¡lo bueno es que no se dieron cuenta cuantas carretillas sacamos! Terminamos de limpiar el sitio, acomodar unos troncos, un poco de paisajismo a cargo de David..

La hora de la verdad llego, teníamos que voltear el molde que pesaba aproximadamente 300 kilos y que no sabíamos si estuviera seco por dentro. Reforzamos el molde y pedimos ayuda a todos los que estuvieran por ahí. Alessandro nos ayudo con toda la logística, ya con un plan de cómo voltear, mover y acomodar la pieza de cemento en su lugar empezó lo bueno. No fue nada fácil pero lo logramos.

Ya teníamos todo en su lugar, el lugar arreglado, hasta las piedras estaban listas, solo faltaba abrir el molde.. los nervios me estaban matando. Finalmente lo hicimos y el cemento estaba listo, un gran alivio, había mucha expectativa por nuestro proyecto. Con esto listo introdujimos las piedras del río en su lugar y llenamos de agua, unos cuantos detallitos y dejamos todo perfecto para la noche, apenas y terminamos cuando nos estaban llamando para ir a ver las demás presentaciones.