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Emerge: Diseño socialmente responsable

Mucho se ha dicho en pro del diseño últimamente, opiniones hay bastantes y muy variadas. Pero considero que a pesar de esto, poco a poco se pierde el rumbo y la visión sobre lo que de verdad es importante lograr dentro de esta disciplina. No es una profesión que vaya a salvar al mundo en el sentido estricto de la palabra, cierto, pero podría aportar más a la calidad de vida de las personas, y de una mejor manera de lo que hoy lo hace. El diseño actual,para algunos usuarios, es un aspecto superficial en la mayoría de los productos, un vil motivo para que las cosas sean especialesy muy costosas. Nuestra profesión se vincula cada vez más con el arte contemporáneo, algo un poco preocupante

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¿Realmente dónde está posicionado el diseño en la actualidad? Si bien el diseño está en todas partes, existen dos extremos muy marcados: El diseño de lujo, que logra piezas excesivamente costosas, y el “diseño social”, una mirada que generalmente ahonda en la resolución de problemas a partir de materiales genéricos, o en proponer soluciones parciales a necesidades básicas en algunas comunidades de bajos recursos.

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Los anteriores enfoques no tienen en sí nada de malo, son segmentos específicos de la población. Pero lo que realmente hemos dejado de lado es que el diseño por sí mismo es una disciplina social, un estudio constante del comportamiento y las necesidades de todos los seres humanos y su interacción con el entorno a partir de los objetos que utilizan cotidianamente, y no tan sólo un aspecto enfocado o a la escasez o a la opulencia. El diseño es esa maravilla que logra que podamos disfrutar de la utilidad de los objetos, resuelve necesidades y problemáticas del día a día, invita a la interacción y por ende, nos hace las cosas más sencillas a todos. Entonces ¿Por qué enfocarlo o relacionarlo generalmente hacia los extremos? O más importante aún ¿Por qué como diseñadores en ocasiones nos enfocamos a simplemente generar más y más objetos que no aporten nada?

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Aquí es donde debemos tener en cuenta la gran responsabilidad que poseemos como diseñadores al introducir un objeto nuevo a la sociedad, al volver tangible una idea. Creo que deberíamos preocuparnos en primer lugar por la función o la intención que queremos lograr con nuestro diseño:el propósito del objeto y la manera en la que se va a involucrar con la vida de las personas.

Un objeto bello pero inútil es meramente escultórico, por lo que es de alguna manera una irresponsabilidad por parte del diseñador. En diseño, las ideas deben tener un propósito, alguna utilidad;las buenas ideas deben comunicar esa utilidad y sorprender con ella, porque mas impresionante aún que un diseño agradablemente estético, lo es una buena y sutil innovación funcional. Ese es el clímax de la concepción de un producto que a cualquier diseñador o usuario le gusta detectar en un objeto. Mejorar realmente algo.

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Cada vez es más común aplicar diseño en cuanto a formas, colores y recientemente realizando analogías hacia algo, pero ¿qué tal diseñar en base a función y utilidad? Es un objetivo que últimamente parece no ser tomado en cuenta, y de ser así difícilmente se logra. Es un verdadero reto para aquel que sea digno de diseñar conscientemente. El mundo no necesita otra silla en la que nos sentemos de manera similar que en los otros 50,000 modelos que existen en el mercado. Lo que actualmente necesita el diseño, es la consciente y útil implementación de soluciones funcionales, el resolver problemáticas de manera masiva, eficiente y trascendental. Necesitamos más soluciones y menos autores. Objetos en donde material, forma y función, dialoguen adecuadamente con el usuario y satisfagan sus necesidades.

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El diseño trata principalmente del usuario y sus necesidades, debemos tener eso en cuenta en cada objeto que diseñemos. Pero es nuestra responsabilidad hacerlo mejor que simplemente eso, satisfacer necesidades.Debemos contribuir de una mejor manera haciendo el producto deseable, viable, que aporte siempre algo más, pero sobre todo, no olvidar la gran responsabilidad que tenemos al traer un nuevo objeto a un mundo repleto de tales, debemos ser muy cuidadosos al respecto. El diseño es mucho más que la silla tejida a mano, el banquito de madera sólida, o la lámpara de cristal cortado. El buen diseño es utilizable día a día, de la mejor manera, por la mayor cantidad de personas posible.

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En una ocasión tuve la oportunidad de asistir a una charla impartida por Emiliano Godoy, un Diseñador Mexicano cuyo trabajo está enfocado principalmente al diseño sustentable. Particularmente comprendí esto de la responsabilidad que tenemos con un comentario que realizó:

«Un producto malo es simplemente eso, un producto malo, una mala idea, una tontería. Pero si a esa tontería le aplicamos diseño ¡oh no!, se vuelve una tontería muy peligrosa, pues corremos el riesgo de que le guste a las personas y compren el producto.

El diseño no convierte una mala idea en una buena idea y debemos ser conscientes de que así como podemos mejorar las cosas, podemos empeorarlas aportando “tonterías” a una sociedad de consumo que cada día está mas vacía.

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Cuando comenzamos con Emerge, teníamos en mente esa responsabilidad que poseemos como diseñadores hacia la sociedad. Existen muchos sectores o rincones en los que el diseño puede aplicarse de una manera inteligente, muchos materiales que se pueden utilizar para generar soluciones de diseño eficientes y que atiendan a un mercado actual, que se hace latente cada día más. Así como existen problemas o necesidades que pueden satisfacerse mediante diseño, también existen diseñadores que están ansiosos por solucionarlas. Lo que intentamos con Emerge es poco a poco vincular ambas partes y que nuestra profesión tome cada día más fuerza y respeto dentro de la sociedad.

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El diseño es para todos, puede llegar a más personas de lo que se está logrando hoy y, si bien no es una profesión que vaya a salvar al mundo como comúnmente se percibe a la medicina, la nanotecnología o la ecología, sí puede contribuir a hacerlo un lugar mejor. Y la responsabilidad de comunicar y hacer tangible este cambio recae sobre nosotros, los diseñadores.

 

Por Adolfo Navarro

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