Percepción: ¿Por qué diseñamos?
Hace poco fui a recoger un documento a las oficinas de una dependencia de gobierno, aquí en Guadalajara. Ya antes había estado en este tipo de entorno, y siempre se respiraba el mismo aire, un poco deprimente. Pero justo el ambiente que se vivía en ese conjunto de oficinas, me pareció desconcertante. Las personas trabajaban en un sótano, hacía mucho calor, todos estaban demasiado juntos, casi no existía el espacio libre y había papeles por todas partes, un caos. Muchas personas ni siquiera tenían una computadora, su trabajo era sólo organizar papeles. Algunas estaban simplemente sentadas frente a su escritorio, sin hacer aparentemente nada más que reír mirando su Smartphone. Al fondo de uno de los pasillos había un hombre que solo contemplaba su gafete. Quiero pensar que para todos, lo que hacían tenia sentido, o tenía algún objetivo particular.
Siempre que veo a alguna persona realizando cualquier actividad me pregunto, ¿por qué lo está haciendo? Más allá del aspecto económico, ¿Cuál es la motivación, el interés o el objetivo? Y aunque en algunos casos la respuesta llega rápido, en otros, como cuando fui a esas oficinas, la respuesta no es tan clara.
Comer, leer, escribir, correr, trabajar. Todas las actividades que realizamos tienen siempre una razón de ser, un porque. Pensamos en iniciar a hacerlas por alguna razón, y si nos sentimos cómodos o de alguna forma motivados, si les encontramos sentido, continuamos haciéndolas. Entonces vino a mí esa interrogante: ¿Por qué diseñamos?
De todas las profesiones que existen, elegimos el diseño. Puede que para muchos nuestras motivaciones actuales no se parezcan a las que tuvimos al iniciar la carrera, pero poco a poco vamos descubriendo nuevas posibilidades, nuevos enfoques, y nos vamos planteando nuevas metas. A pesar de esto cada día se puede apreciar que dentro de la profesión existen más y más resultados carentes de un planteamiento, el llamado hacer por hacer, sin nada más. Se nos antoja diseñar una lámpara, la bocetamos y la hacemos. Se nos pide diseñar una mesa, y así sin más la hacemos. Estamos llenando al mundo de objetos o resultados que no tienen muy claro un porque, como los papeles que se generaban en aquella dependencia de gobierno. Ya escribí en una ocasión sobre la responsabilidad que creo que tenemos al diseñar, y además de eso existen un gran número de implicaciones éticas al hacerlo. Un ejemplo que me gusta mucho para evidenciar este proceso ético en diseño es el test «Road to Hell”, que diseñó Milton Glaser. Pero además de todos esos factores, es importante no perder el rumbo de lo que estamos haciendo, y con cada reto o proyecto que tengamos, replantearnos una y otra vez ¿Porque lo haré?, y quedar satisfechos con la respuesta. Si tenemos satisfacción al crear algo, es probable que el espectador experimente esa sensación apreciarlo, y el usuario al utilizarlo.
El diseño es esa capacidad de creación que tenemos aplicada a las necesidades de nuestro entorno. Ya sea un objeto, una estrategia, un espacio, un servicio, un plan de estudios, o lo que sea, el diseño se encarga de darle sentido, de darle emoción y generar experiencias.
Diseñamos porque nos gusta, porque lo disfrutamos, porque nos hace sentir útiles, porque queremos crear, por capricho, porque se nos pide, para innovar, para mejorar el entorno social, porque nos da dinero, porque estamos solucionando algo. Puede que todos tengamos distintas motivaciones para hacerlo, pero lo importante es tener alguna, creer en que realmente estamos logrando algo. Pensar en que aún si estuviéramos sentados diseñando en ese sótano, o en condiciones peores, estaríamos realmente satisfechos con lo que hacemos y lo que queremos lograr. A final de cuentas creo que elegimos diseñar, y continuamos haciéndolo, porque lo consideramos necesario. Tanto para nosotros como para la sociedad.
Por Adolfo Navarro.