Esta primavera se cumplen 25 años desde que Alessi sacó al mercado por primera vez el artefacto diseñado por Philippe Starck, recuerdo aún las vitrinas de La Rinascente llenas de este artilugio que nos dejó perplejos.  Starck estaba en la cima de su carrera, su insolencia brillaba al máximo y cada una de las propuestas y productos diseñadas por él llegaban a las primeras páginas y a las portadas de las revistas de diseño.  Esa “araña”, presentada hace ya cinco lustros ha dado y sigue dando de qué hablar.

Contrario a lo que la leyenda urbana dice el Juciy Salife no catapultó a Alessi al éxito. Esta firma, nacida en 1921 mantiene aún hasta ahora una cuota importante de mercado con sus productos de uso cotidiano que todos los que nos hemos tomado un café en Italia o degustado algo en los millares de restaurantes de la península hemos utilizado. Alessi fundó su éxito en la venta de aceiteras, saleros y paneras que los italianos hicieron suyas. Desde finales de los años 70, con la incursión de la segunda generación en la empresa, Alessi comenzó a apoyarse en afamados diseñadores en la búsqueda de una nueva identidad fundada en su gran éxito comercial. El diseño de Starck dista de ser uno de los best sellers, aunque si se han fabricado decenas de miles. Algo es cierto, el ahora famoso artefacto de Starck cumple más años que muchos de los lectores de esta columna. Entonces ¿Por qué tanto escándalo?

En una visita a México a principios de los noventa el diseñador italiano Paolo Doganello puntualizaba que para él existían tres tipos de diseño, dejándonos a todos intrigados con su drástica clasificación, procedió a explicar: “Por ejemplo, para hacer un jugo de naranja: está el diseño que se guarda dentro del mueble de la cocina, como los electrodomésticos de Braun diseñados por Dieter Rams. Llenos de accesorios, multifuncionales, con opciones para limones, naranjas y toronjas. Son tan complejos y engorrosos que ahí se quedan… nadie los usa. Después está el artefacto de Starck (entonces una novedad) que… díganme ¿Alguien lo ha usado? No sirve para nada! Usarlo resulta en un desastre. Ese tipo de diseño, el segundo, es para poner en la vitrina, a la vista de todos. Finalmente está el tercer  tipo de diseño, el de todos los días, el anónimo. Todos sabemos que el exprimidor de naranjas que se compra en el supermercado por unos cuantos dólares es el idóneo, el infalible.” Y con esta memorable explicación puso a cada uno en su lugar, han pasado dos décadas y encuentro muy clara esta explicación de los tres tipos de diseño.

Wikipedia en inglés, en su definición de “exprimidor de cítricos” se atreve a decir, en una especie de oxímoron, que “No todos los exprimidores de hecho fueron creados para exprimir. Tal vez el más famoso ejemplo es el Juciy Salif, diseñado por Philippe Starck en 1990. Es considerado un ícono del diseño industrial que ha sido expuesto en el Museo de Arte Moderno de Nuevo York”, entenderán que uno puede quedar más que perplejo al leer semejante cosa en la enciclopedia. ¿Cómo puede ser algo que simplemente no funciona un ícono del diseño? ¿No se supone que el diseño industrial, antes que nada, es una disciplina que crea objetos que resuelven los problemas diarios de la vida?

Está claro que este artefacto —e insisto en llamarlo artefacto porque de hecho no es un exprimidor— tiene otro significado, es precisamente eso lo que lo hace icónico, es el cambio absoluto de arquetipo lo que colocó a Alessi, Starck y su creación en los libros de historia. Juciy Salif es sin duda un claro ícono del postmodernismo en el diseño industrial, la ruptura definitiva con el modelo modernista de “forma es función”.

El rompimiento definitivo con el precepto cuasi canónico acuñado por la Bauhaus de “La forma sigue a la función”, y la apuesta de un industrial por ello, generó toda una nueva percepción del diseño y de sus protagonistas. Starck, a golpe de sudor y cosechando éxitos al por mayor, redefinió el trabajo de autor, el culto al objeto de diseño. Sin duda, todos los conceptos que hoy en día parecen cotidianos y que los diseñadores jóvenes dan por sentados, nacieron de una revolución que se ha convertido en hábito, el nacimiento del objeto de diseño de autor per se.

El diseño industrial de hoy —lleno de nuevos paradigmas, liberado de muchos arquetipos— mucho debe a este pedazo de metal de apenas 29 centímetros de alto y 14 de diámetro que cumple dentro de unos días 25 años de existencia comercial. ¿Ustedes ya tiene el suyo en la vitrina? Para el aniversario se lanzará una edición especial a precios seguramente estratosféricos sobre todo si pensamos que se trata de un artilugio que no cumple su función.