Impresiones: Mi primer Milán -y no el último-
Desde el momento que le dices a alguien que vas a Milán lo primero que te responden es: “Nunca vas a querer volver a ver una silla en tu vida”. Y no creo que se refieran a la silla precisamente, sino más bien, a lo abrumadora que puede llegar a ser la experiencia. Y si que lo es, nunca había visto tantas cosas bellas juntas en mi vida, pero no creo que sea algo negativo. Tener la oportunidad de ver los objetos que llevas semanas admirando en blogs y revistas, y que honestamente creías que solo ibas a ver ahí, es muy distinto. Presenciar las formas, las texturas, los ensambles y los materiales te dan otra perspectiva de los objetos. Te inspiran. Te motivan.
Desde que llegas en la ciudad se respira un aire de emoción. Todos llevan sus cámaras, totebags y folletos. La ciudad está llena de entusiastas del diseño listos para absorber todo. Y entonces, es el día de ir al Salone. Desde que sales esa mañana básicamente solo tienes que seguir a la multitud de personas que se dirigen al mismo lugar, la meca del diseño, por así decirlo. El metro va abarrotado de gente, y si pones atención tal vez puedas ver a algún diseñador que admiras, como Jasper Morrison. Después de la multitud del metro, está la de la entrada, hay tantas personas que solo se escucha un gran murmullo donde no puedes distinguir el idioma que se habla. Todo se mezcla.
Por las ventanas de los pabellones puedes ver que hay de todo. Están las compañías en las que algún día sueñas trabajar y otras de las que nunca has escuchado y venden muebles que le gustarían a tu abuela. Hay para todos los gustos. Los stands son sin duda alguna provocativos. Hay mucho que demostrar en el evento más importante de todos. Cada stand habla de su marca, de sus valores por así decirlo. Knoll, Vitra, Magis y Kartel, por ejemplo, no sorprendieron mucho, era como entrar a un showroom en cualquier parte del mundo. Clásico, elegante y predecible. Emeco y Maruni siguieron su línea minimalista (¿Cómo hacen que se vea bien un cubo blanco?) Por otro lado estaban los stands vistosos, que no podías dejar de voltear a ver, como el caso de Edra, que era un gran cubo lleno de espejos y mobiliario muy cargado. Era como estar en un bar con sillas muy caras. También estaban los que eran muy de temporada, como una pasarela de moda estática. Moroso, Kettal y Dedon entraban en estas categorías. Paletas de color, texturas, patrones y catálogos por doquier.
Entonces, si esto es básicamente una competencia ¿Cuál es el premio? Creo que ser recordado. Y para mi es evidente quién ganó, si después de dos semanas y a cientos de kilómetros de distancia estoy sentada en mi computadora escribiendo sobre ellos.
Bueno, lo lograste, estas en el Salone. Tienes tu productos expuesto, o incluso tu propio stand. ¿Qué sigue? ¿Cómo te superas a ti mismo? Obviamente la respuesta no la tengo, pero creo tener una vaga idea. Primero expones en un stand, luego el próximo año tienes tus productos en 3 y tal vez el próximo año en 10. Como es el caso de los grandes rockstars del diseño. Llegar a la categoría de los Bouroullec, Stark, Jaime Hayón, Konstantin Grcic, Patricia Urquiola. ¿Y después? Pues creo que después de eso hay que seguir con lo tuyo, tal vez si seguir exponiendo con las grandes marcas de la industria, pero después de todo eso es momento de emprender una vez más. Pensar fuera de la caja, por así decirlo. Como es el caso de Nendo. Él tenía en el Salone productos con muchas marcas reconocidas, pero además tenía su propia exposición, donde mostraba su trabajo y proceso de una forma muy personal, diferente a todo lo que vi en el Salone, estaba jugando con otras reglas. Encontró un equilibrio entre los proyecto que le dan un ingreso y sus proyectos personales. Una cosa le da libertad de hacer la otra.
Entonces, después de todo esto creo que el camino para llegar ahí, o donde sea que quieras llegar, es hacer un plan. Pensémoslo así: si quieres ir de viaje y llegar a tu destino tienes que saber que camino tomar, qué medio de transporte utilizar, boletos, pasaportes o lo que sea. Antes de salir de viaje te preparas y tienes toda la información que necesitas. Pues entonces ¿Por qué no hacer lo mismo con los planes de vida? Si en 5 años quieres estar en algún lugar especial, una escuela, un país, un trabajo, es momento de empezar a planear. Y si algo aprendí en este viaje fue que planear si que sirve. Trabajar un mes antes, planeando al máximo todas las actividades dio sus resultados. Y claro, hay situaciones que no puedes preveer, pero entre mejor te prepares para afrontar las situaciones mejor será tu desempeño. Utilizas tu energía en cosas que de verdad valen la pena y no es cosas que te desgastan sin necesidad. Prepararse es la clave.
En un aspecto mucho más personal la experiencia de Milán me abrió el panorama. Antes de irme creía que ya tenía un poco claro mi camino. Trabajar un tiempo, ahorrar un poco de dinero y empezar a aplicar a la maestría. Creí que estaba lista para dejar de lado el hacer, por estudiar algo más relacionado con historia del arte. Ahora ya no estoy tan segura. Creía que por una cosa tenía que renunciar a otra, pero después de mucho pensarlo no creo que sea así. Si algo está claro ahora es que existen muchos caminos, pero hay que elegir bien. Hay que planear. Lo que me motivaba a incursionar en el mundo del arte era ese sentimiento que me provocaban las piezas en un museo o galería. Pensaba que nunca iba a sentir eso con otra cosa en mi vida. Pero en este viaje sí que lo sentí, y no necesariamente admirando las obras de Boticelli en Florencia. Ese sentimiento en el pecho que no tiene nombre. Lo sentí viendo los productos de Nendo expuestos en una galería. Lo sentí cuando vi el stand de Emeco con sus sillas diseñadas por Jasper Morrison. Lo sentí cuando llegamos al stand de BD Barcelona y me sentí orgullosa del lugar donde estoy ahora. Lo sentí cuando me di cuenta de las posibilidades que hay, de todo lo que puedo hacer.
Entonces, podría decir que el ver más caminos me hizo replantearme mi realidad. ¿Existe solo una forma de llegar a donde quiero? No ¿Quiero dejar de hacer cosas? Definitivamente no ¿Elegir un camino significa renunciar a otro? Creo que no. Entonces lo que tengo que hacer ahora es construir mi camino. Descifrar cómo hacer que estas cosas que me gustan se complementen y me hagan mejor diseñadora. Mejor persona.
Hay mucho trabajo que hacer, pero pocas veces en mi vida me he sentido tan motivada a seguir trabajando como me siento ahora.
Mariana Loaiza es una diseñadora industrial que actualmente vive en la Ciudad de México y forma parte del equipo de JOEL ESCALONA STUDIO, estudio de diseño industrial especializado en el desarrollo de producto, diseño interior y dirección creativa en materia de moda, mobiliario, estilo de vida y tecnología.