Arquitectura con agenda política
En medio del caos de las elecciones en el Reino Unido, se puede encontrar un video promocional de la UKIP (United Kingdom Independence Party) mostrando montajes de edificios neoclásicos intercalados con tomas de torres modernistas colapsando al suelo: una muestra clara del populismo arquitectónico.
El populismo más que un movimiento político, es un anti-movimiento que rechaza el pluralismo y ve el mundo como masas oprimidas por una élite, y en este caso, la UKIP ve a los arquitectos modernistas como parte de esta élite al oprimir a la gente al construir edificios poco estéticos sin consentimiento público, y mientras el populismo crezca, va a ser de vital importancia para los diseñadores el navegar por estas contradicciones y cuestionarse si la UKIP tiene razón o no.
De manera amplia, los arquitectos que suelen trabajar con estilos pre-modernistas, son vistos como anticuados, y este prejuicio es adoctrinado a muchos estudiantes desde los inicios de sus carreras, siendo criticados sin mayor razón, por lo que pocos vuelven a intentar sumergirse en la estética pre-modernista para no caer en terrenos peligrosos.
Detrás de muchos tipos de estéticas, hay una guerra de clases, desacreditando ciertos movimientos, pero poco a poco se ha permitido que se creen nuevas formas de arquitectura social, y se debe seguir equilibrando el gusto de la gente y lo necesario para ganar el soporte político necesario.
La arquitectura social debe volver a asumir la importancia que se merece, buscando siempre lo mejor para quien habita y lo que lo rodea, sin importar si mantiene un estilo u otro. Es necesario sacrificar un poco del gusto personal para lograr un proyecto más sustantivo a nivel social.