A primera vista, una olla es una olla. Sirve para cocer frijoles, guisar un guajolote o hervir agua.

La capacidad de una olla de hervir agua es tan importante como su compatibilidad con el contexto —donde se origina su materia. Si bien, el propósito final de la olla es cocinar y el de la jarra contener agua, hay en su creación y diseño elementos que no son evidentes. Observando más a fondo, una olla es un espacio donde se manifiesta un complejo tejido de relaciones sociales, culturales y mediombientales. Además de su función instrumental, está adaptada para servir al planeta, al pueblo y a la cocina, funciones perfectamente sincronizadas.

La tecnología simple que los alfareros utilizan para la creación de sus piezas, posee ventajas directas e indirectas: el material es gratuito y local, lo que pone a la alfarería al alcance de casi cualquier persona. La base del conocimiento también es local. Hacer sus herramientas y hornos les otorga un alto nivel de autonomía y confianza. La independencia de proveedores y fabricantes externos permite, además, un costo ambiental extremadamente bajo.

La suma final de los procesos y materiales es bastante limpia. La arcilla, el combustible y las herramientas son locales y poco refinadas. La madera que se utiliza en las quemas es un recurso renovable, la arcilla es conservada de forma meticulosa, las pocas herramientas que se utilizan son naturales u objetos reciclados. Salvo algunas excepciones, ni los materiales ni el proceso de creación requieren o producen toxinas.

A pesar de todas estas ventajas, existe la tendencia a considerar este tipo de alfarería como algo primitivo o anacrónico. Las personas comprometidas con el desarrollo económico están convencidas de que hay mucho que hacer para educar a estas alfareras. Aunque es posible que tengan una o dos cosas que ofrecerles, harían bien en sentarse a escuchar y aprender.

¿Qué hace diferentes a las alfareras de Oaxaca? Es cierto que trabajan duro. Pero han aprendido, o nunca olvidaron, a mantener las piezas de sus vidas en equilibrio. Sus prioridades son claras; todo lo que importa viene primero. El trabajo con las manos y el conocimiento transmitido de generación en generación es lo que hace a una gran maestra alfarera. Su habilidad reside no solamente en crear un buen tazón, sino en hacerlo poniendo en balance los multiples aspectos de la vida con un mínimo impacto en el medio ambiente.

El capítulo 3 de Barro y Fuego. El arte de la alfarería de Oaxaca profundiza en los aspectos que hacen de una olla una obra maestra redona.

*Serie «Barro y Fuego, el arte de la alfarería de Oaxaca» en Designaholic:  Parte1 / Parte2

 
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Para la realización de este proyecto se recibió apoyo económico del FONCA, a través del programa de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales, y de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, AECID.