Diseñando mi camino: CDMX – Capital mundial del diseño 2018, en dónde estamos y hacia dónde deberíamos de ir
Nos acercamos al final del 2017 y con ello, los preparativos para celebrar a la CDMX como la World Design Capital 2018 están a todo lo que dan. Mis colegas diseñadores se han preparado desde el anuncio oficial en 2016 para esta fiesta tan importante que celebra a una ciudad con muchísima diversidad cultural y potencial creativo para explotar. Estando tan cerca de las fechas y con tanta expectativa generada por los organizadores, me parece que es el momento indicado para dar un paso atrás y analizar a la Ciudad de México desde una perspectiva realista. Partiendo de la premisa señalada por la 29º Asamblea General del Congreso Internacional de Sociedades del Diseño Industrial, que considera que la CDMX está lista para ser la Capital Mundial del Diseño. ¿Qué repercusión real tienen los “esfuerzos” del diseñador de la escena actual sobre las condiciones de vida del habitante de la CDMX?
Para ayudar a responder esta pregunta, analizaremos el panorama del diseño actual y evaluaremos las áreas de oportunidad que tenemos como industria.
Comencemos por echarle un ojo a Design Week México, cuyo socio fundador Emilio Cabrero ha estado a la cabeza de la lucha por la designación como WDC2018 y quienes se encargarán de la organización del evento el próximo año.
El pasado octubre se llevó a cabo la novena edición, habiéndose atrasado una semana por los acontecimientos del 19 de septiembre. Uno de sus eventos principales, Inédito, brilló por su falta de innovación y se concentró en exhibir (una vez más) objetos decorativos de lujo para un público muy pequeño con alto poder adquisitivo, dejando atrás propuestas de cualquier otro carácter. Inédito se convierte más bien en un evento social, en dónde entre colegas se dan palmadas en la espalda, validación y aprobación que de nada sirve más que para engrandecer los egos de este grupo selecto de diseñadores. Parte de la misión de Inédito es premiar a las propuestas innovadoras y a los talentos emergentes, sin embargo seguimos viendo las mismas propuestas de siempre y a diseñadores consolidados como Oscar Hagerman llevándose los premios, como sucedió en la edición de 2016.
Hay que aplaudir, sin embargo, el esfuerzo de FOAM, Xavier Loránd y el colectivo C37 quienes se dieron a la tarea de utilizar materiales y procesos sustentables en las piezas presentadas con el fin de desmitificar a estos, demostrando que sí existen diseñadores en México preocupados por temas que van más allá de la estética y la funcionalidad.
Con un programa reciclado de ediciones anteriores y un intento muy apresurado de incorporar estrategias y proyectos de diseño social surgidos a raíz del sismo del 19 de septiembre del año en curso, el Abierto Mexicano de Diseño destacó por su falta de protagonismo y por un escándalo sobre la autoría de una de sus exhibiciones más que por las propuestas presentadas en el marco de éste. Cabe destacar la labor en conjunto con Emerge y CoolhunterMX de incluir dentro del programa un debate sobre el papel del diseñador dentro del diseño, liderado por Emiliano Godoy y Ariel Rojo, entre otros. Se debatió si es necesaria una formación universitaria en diseño para ejercer como diseñador y se generó una conversación muy valiosa y apropiada en el contexto actual.
Pasemos ahora a uno de los temas más importantes en la agenda de WDC2018: la ciudad misma. Vivimos en una ciudad que desde sus orígenes ha sido construida de forma improvisada, antinatural y arbitraria (un saludo a todos nuestros ríos entubados que aún corren en las entrañas de nuestra capital). La CDMX se encuentra en un momento transitorio en el cual el gobierno de ésta quiere modernizarla y subirla a la altura de ciudades como París y Nueva York. Sin embargo, estas estrategias se han visto truncadas por temas de corrupción, nepotismo y acciones ilegales que no permiten que se genere un cambio. Entes gubernamentales como la Autoridad del Espacio Público se han enfocado más en enriquecerse que en mejorar el espacio que todos los ciudadanos compartimos, convirtiendo parques y avenidas bajo su jurisdicción en espacios poco prácticos y hechos con materiales de la más baja calidad.
Algunos ejemplos son el Jardín Pushkin, una plancha de concreto ubicada en la Colonia Roma Norte que tuvo que renovarse a escasos meses de su reinauguración pues se caía a pedazos, o el Parque lineal La Viga que sufre de la misma situación, y que si visitas hoy en día te encontrarás con una triste imagen que deja muchas preguntas que responder y un vacío en el estómago, causado por la impotencia que genera saber que se invirtieron más de 70 millones de pesos en un intento fallido por rescatar la gloria del Canal de la Viga, que en algún punto fue una de las principales rutas de comercio de la Ciudad.
Agreguemos a esto la lista interminable de problemas de infraestructura, transporte, sobrepoblación, contaminación y tenemos como resultado un escenario muy poco favorable; un reto para los organizadores del evento.
¿Se tomarán en serio estos temas? ¿Se propondrán soluciones puntuales para mejorar a nuestra ciudad a través del diseño? ¿Cómo aprovechamos las fortalezas que tenemos como sociedad mexicana y las hacemos parte de los proyectos para mejorar la ciudad?
Recordemos como, posteriormente al sismo, las necesidades de la Ciudad de México se hicieron más evidentes que nunca. Los problemas de infraestructura, corrupción, falta de servicios y sobrepoblación salieron a la luz y fue ahí donde muchos diseñadores alzaron la mano para aportar un pequeño grano de arena. ¿Qué pasa si aportamos la playa completa? ¿Qué sucedería si nos alejamos de la búsqueda de reconocimiento para nosotros mismos y comenzamos a hacer algo por nuestra ciudad?
Posterior al 19 de Septiembre de este año, hubo un despertar de conciencia en la generación millenial, en el cual nos dimos cuenta que no necesitamos de un ente gubernamental para salir adelante. Entonces, como diseñadores que buscan soluciones prácticas a problemáticas del día a día, ¿cómo redirigimos este despertar millenial a diseñar proyectos para todos y no solo para un porcentaje pequeño de la población?, y sobre todo, ¿qué podemos hacer para que estos proyectos se realicen sin tener que esperar a que una organización gubernamental dé su apoyo?
Podemos empezar por evaluar qué clase de herramientas necesitan ser diseñadas para nuestro contexto. Un ejemplo muy interesante es el mapa creado por Google para ubicar las zonas afectadas post sismo. Todos acudimos a este y sirvió tanto a civiles, ejercito, rescatistas y brigadistas por igual. Las redes sociales, a su vez, se volvieron el medio de comunicación principal durante estos días debido a las fallas en las telecomunicaciones. ¿Qué podemos hacer como diseñadores para que no haya fallas en la próxima crisis? ¿Podemos diseñar una red social exclusiva para estos eventos?. El mundo no necesita más tazas de peltre, ni otra luminaria de latón. El mundo, y nuestra ciudad en concreto, necesita iniciativa y soluciones reales.
Este evento puede convertirse en el parte aguas que divide al diseño mexicano antes y después de éste o bien, puede ser un Design Week más en el que unas cuantas caras conocidas deciden lo que vale la pena y lo que no, dejándose llevar más por quién conoces en el gremio que por las propuestas innovadoras que estoy seguro que se generan en esta ciudad y en todo el país. Es entonces labor de los organizadores de dar más apertura a proyectos de todo tipo, de ampliar el alcance de sus convocatorias y de ellos mismos diversificar su agenda para que esto no suceda.
México, un país con un potencial creativo muy grande, con manufactura accesible y muchas ganas de destacar, se encuentra en un punto de quiebre en el cuál todos tenemos el deber de hacer que el evento del próximo año valga la pena. Al final del día, me encanta que la mira de todo el mundo se encuentre dirigida hacía nosotros, sin embargo creo que vale la pena replantear la cara que le queremos enseñar de vuelta. Debemos preguntarnos si queremos aparentar algo que no somos, o si vamos mostrar que somos una sociedad que se preocupa y quiere hacer algo por mejorar las condiciones de todos a través del diseño.
Gracias a Ximena Caneda por sus aportaciones para esta columna. Síguela en Instagram como @ximecaneda.