Guadalajara es la ciudad en la que nací y es una ciudad de México que me encanta: su movilidad es decente, es caminable en muchas zonas, no la percibo tan insegura incluso a pesar de los pasados sucesos del 1 de mayo.

Durante una ponencia en la UANL un asistente realizó una pregunta que llamó mi atención: ¿Qué escena te parece mejor en cuanto a diseño, Guadalajara o Monterrey? Sin ahondar mucho en este post, respondí que me parecían escenas muy distintas, cada cual adaptada a su contexto específico.

Posteriormente me surgió una pregunta: ¿Realmente la escena creativa de Guadalajara está adaptada a su contexto? ¿De verdad está a la altura de lo que la ciudad ofrece?

Me parece que Guadalajara se encuentra un tanto desperdiciada o sobrevalorada por la escena local: desperdiciada porque las oportunidades de acción son enormes para el diseño y pocos realmente las toman; sobrevalorada porque la escena desde hace algún tiempo se ha conformado y vanagloriado con muy poco.

En la ponencia se hizo mención a la facilidad con la que en Guadalajara, un diseñador joven puede experimentar, producir y lanzar un producto: vivimos rodeados de muchos artesanos y pequeños talleres de fabricación.

El resultado de esta búsqueda por desarrollar nuevos productos parece muy pobre: se genera una cortina de humo con un sinfín de proyectos de autoproducción con calidad media y fanpages de menos de 100 likes,  proyectos que deben ser abandonados pronto porque no resultan rentables.

En Monterrey en cambio, imagino que por su tradición empresarial y de trabajo, percibí una escena muy grande y diversa que genera una competencia de alto nivel que exige a los nuevos diseñadores muchísimo trabajo y calidad para consolidarse. Esto puede generar en esta ciudad una sobreoferta de servicios de diseño que intentan replicar modelos ya exitosos en la ciudad  sin añadir una clara distinción y calidad al trabajo.

El emprender en un rubro tan reciente en nuestro país como el diseño, se debe entender entre los diseñadores en Guadalajara como un proceso largo de aprendizaje y maduración. Igualmente la participación activa de todas las escuelas que ofertan la carrera en esta ciudad es prácticamente nula: una o dos exhibiciones con temática rebuscada no beneficia realmente ni al estudiante, ni acerca a la industria local con el diseño.

 

Cohesión

En Guadalajara falta que se genere una cohesión de la escena del diseño con otras disciplinas creativas y otros giros. En Guadalajara existen zonas conocidas por su amplia oferta cultural: la Americana, Lafayette y Ladrón de Guevara, por poner tan sólo algunos ejemplos. La oferta gastronómica, artística y comercial es muy amplia. Al gremio de diseño en especial le hace falta acercarse a otras disciplinas; que otras personas entiendan qué hacemos, que agentes de influencia y cambio en la ciudad conozcan el trabajo que puede realizar un diseñador industrial.

Cohesionar la escena creativa significa conocer, colaborar con quien nos motiva colaborar, transmitir una nueva visión del diseño a la diversidad de personas en Guadalajara que está en búsqueda de nuevas opciones de compra, ocio, trabajo, etc. No colaborar por colaborar; colaborar para mejorar y crecer.

Seriedad

La escena de diseño debe adaptarse también a los estándares de trabajo tradicionales, al sentido común laboral: ser puntual, cumplir en tiempos, entregar contratos, impuestos en orden, etc. Me atrevería a decir que es raro que un diseñador en GDL facture un servicio de diseño tal cual. Es importante tener bien claro el objetivo de crecimiento que se desea y hacer de lado vicios que impiden dicho crecimiento: la consignación en tiendas de diseño, el mal cobro por diseño, las entregas sin fondo, sólo con unos renders.

Más que una crítica, lo que aquí se presenta es una propuesta, pues en Emerge hemos vivido todo este proceso durante largo tiempo. La cuestión es aprender y no volver constante un error cometido; acostumbrarse al aprendizaje, no al error. 

Creo que nuestra profesión está en una etapa crítica: o despega y se vuelve una profesión respetada por empresarios, medios y sociedad; o se estanca y la situación se torna más compleja con el tiempo. Por ejemplo, es sencillo percatarse del problema que viven nuestros colegas diseñadores gráficos a nivel local, donde su profesión ha sido demeritada por determinados sectores de la sociedad, donde existe una sobreoferta de servicios, donde los tiempos de entrega son cortos y la paga mala por clientes que se acostumbraron a que así se trabaja diseño. El diseño gráfico, como el industrial, es una actividad profesional de alto nivel y debemos buscar demostrarlo con trabajo, reflejarlo en el actuar cotidiano.

En Emerge definitivamente nos percatamos de que nuestra profesión, específicamente a nivel local, requiere de contenido, calidad y seriedad; que es necesario generar lazos con diversas profesiones y oficios. Que estas conexiones se generan en base a confianza y negociaciones honestas.

El diseño vive en México, al igual que casi toda la vida social, un cambio generacional que le pide al profesional de diseño, al estudiante y al profesor una adaptación rápida y muy inteligente. En Guadalajara se percibe este cambio un tanto flojo. Corresponde a las generaciones actuales transmitir y fomentar el desarrollo de diseño de mayor calidad, abrir puertas de los estudios, admitir (incluso pedir) feedback, generar contenido de calidad e informativo para la escena local.

Para incentivar un cambio en la manera de hacer diseño, comenzaremos próximamente algunos talleres breves y eventos de contenido donde se busca fomentar  la participación no sólo de diseñadores, sino de personas de diversos ámbitos. Gestionar diseño, sí, como trabajo principal; generar comunidad y contenido a disposición del gremio local como una labor social.

Kassim Vera