Después de 10 años, hoy termina Designaholic en su formato de blog. No fue fácil tomar la  decisión de dejar un proyecto que me ha aportado tanto, en lo personal y en lo profesional.  Sin embargo, tengo la firme idea de que ahora es tiempo de explorar otros formatos, medios y, sobre todo, razones para continuar con mi voz en el panorama del diseño.

Comencé con el blog en 2008, cuando aún era estudiante de diseño. Entonces yo sentía una enorme inquietud por abrir un espacio en donde otros estudiantes y diseñadores jóvenes pudieran leer, consultar y enterarse de lo que estaba ocurriendo en el diseño alrededor mundo. Lo que empezó siendo un proyecto de una semana acabó por durar diez años.

Designaholic fue el sitio en donde aterricé muchos de los aprendizajes y experiencias que fui adquiriendo durante mis estancias, estudios, y visitas a las grandes ferias de diseño por el mundo. Fue justo mi segundo viaje a la Feria de Milán el que me propulsó  querer compartir aquello que estaba viendo. Curiosamente, este y otros eventos no se hablaban en los medios tradicionales en México en esos años.

Y así fue como Designaholic desarrolló ese tono fresco, directo y concreto que comentaba los acontecimientos en el mundo del diseño. El blog fue identificando la necesidad de unir lo que se estaba haciendo dentro de México, conectando creativos y recientemente abriéndose a columnistas que compartieron puntos de vista y opiniones, fomentando así la crítica que carece el medio, aunque en ocasiones parezca que existe una saturación o hasta cierta moda del término “diseño”.

El medio del diseño ha crecido y cambiado en la década que ha transcurrido desde que el blog inició. Nuestra misión de fomentar el crecimiento colectivo en México ha sido rebasada. Llegó el momento de enfocar mis esfuerzos en aquel proyecto que sin duda tiene la mayor importancia para mí: mi estudio y consultoría de diseño. Este emprendimiento, con el que llevo ya cinco años, se habrá de convertir en mi principal manera de impulsar y cuestionar el diseño de manera trascendental.

Quiero pensar más y decir menos. Como diría Dieter Rams: menos, pero mejor.

Designaholic me abrió puertas y me llevó a conocer personas que admiro—muchas de las cuales se volverían con el tiempo en grandes colegas, mentores, colaboradores y amigos.  Habrá algunos quienes lean esto y recuerden cómo me acerque a ellos para presentarme con las siguientes palabras: “Hola soy Jorge Diego y tengo un blog”. Así como el blog ha evolucionado a lo largo de los años, así yo también he madurado. Estos mismos cambios, que hasta ahora se han dado orgánicamente, me han llevado hasta al punto en donde no es pertinente para mí continuar.

Quiero agradecer a todos los lectores del blog. La comunidad de lectores siempre se mantuvo como motivo y razón de Designaholic—desde esos 500 que leyeron sobre mi primera visita a Milán en 2008 hasta los cientos de miles de lectores actuales por todo el mundo. Tras bambalinas, muchos han aportado a lo largo del camino, pero debo destacar a Jimena, quien fue instrumental en la consolidación del blog y su apertura a columnistas y colaboradores. A todos ellos de igual manera les extiendo mis agradecimientos por creer en el proyecto y por hacerlo su plataforma para publicar sus opiniones y pensamientos.

Designaholic no muere; el sitio como tal seguirá en línea. Terminar el blog—que como formato ha dejado de ser el reto emocionante que llegó a ser para mí—es abrir la posibilidad para nuevas trincheras desde donde seguiré impulsando y cuestionando el diseño, manteniéndome como una alternativa a medios y formatos tradicionales, sin censura ni compromisos.

Ha sido un viaje increíble y quiero que esta carta los motive a todos a expresarse y a ser críticos desde sus propias plataformas, y a no dejar de apoyarnos los unos a los otros. Solo así seguirá consolidándose nuestro gremio.

Adiós.
JD