Campus Madero: Final countdown.
Va a ser fácil volver al Campus León original. Va a ser fácil no batallar entre las callecitas del centro para encontrar dónde aparcar, no caer en la tentación de comprar ese juguito de naranja recién exprimido o ese pan dulce que acaba de salir, no responder a ese amable saludo que te hacen las personas mayores en las bancas de los jardines, ni investigar dónde queda esa galería oculta para llegar a clase. Definitivamente va a ser fácil volver, pero… ¿a quién le gusta lo fácil?
Durante esta semana, toda la Escuela de Arquitectura y Diseño vivimos la ciudad y la hicimos nuestro taller, conocimos mejor a las personas de afuera, y también a la que llevamos dentro. Nos alocamos, corrimos, nos cansamos, aprendimos tanto que el cerebro ya ruega porque comience Semana Santa, pero lo más importante es que creamos, pues como bien lo dijo hoy nuestro ponente Francisco Vargas de la Llata: “Crear es esa etapa en la que no te acuerdas que imaginación es infinita y los medios finitos”.
Ese proyecto que sonaba a locura, al que no querían apostarle o hubiesen preferido postergarle, hoy finaliza triunfante. Hoy nos despedimos con mucha satisfacción, después de convivir y compartir nuestro espacio con poco más de 500 “extraños” que ahora formarán parte de nuestra nueva consciencia colectiva, después de cumplir con el cometido de reactivar el espacio urbano de la zona centro de León y de abrir las puertas de la educación a cuanto quisiera acercarse a ella.
Ahora sabemos la relevancia histórica y social que tiene la ciudad hacia el ser humano, caemos en la paradoja de quién vio nacer a quien, nos hace sentido el cómo se modifican una a la otra y entendemos que el espacio público trasciende al lugar físico, pues es más bien, un complejo sistema intelectual que deriva en una comunidad. Andar por la madero no será lo mismo después de saber que las ciudades no son entes permanentes, sin embargo viven y reviven (De la Llata, también), sólo hay que darles un empujoncito.
Muchísimas gracias.
Artículo escrito por Samanta V. de la Llata
Samanta Vargas de la Llata es una estudiante nómada que por casualidad cayó en León, Guanajuato, después de vivir en Querétaro y de dejar su amada ciudad natal, Zacatecas. Actualmente estudia Diseño Industrial, y a la par diseña y crea mobiliario, productos, prendas y accesorios bajo su propia marca. Es curiosa, platicadora e inquieta como un chinicuil.