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Impresiones: El diseño habla de su tiempo

Desde que tengo memoria cada vez que observo una obra de arte en algún museo, galería o publicación esta frase cruza mi mente:

“El arte habla de su tiempo”

Siempre grabada en mi memoria. No sé dónde ni de quién la escuché por primera vez, aunque suena a algo que probablemente salió de la boca de mi madre o de esa maestra de artes plásticas que tuve un verano cuando tenía alrededor de 8 años y que todavía recuerdo con admiración.

La frase tiene mucho sentido. Los humanos somos seres comunicativos por naturaleza, nos gusta hablar de nuestras vivencias, en especial cuando estas son buenas, al fin y al cabo la historia la escribe el que gana ¿No? Lo hacemos desde el inicio de los tiempos, a través de pinturas, escritos y objetos.

Entonces, si el arte es un reflejo del contexto histórico, los objetos son la materialización del cómo las personas vivimos estos acontecimientos.

Volvamos en el tiempo.

El año es 1942, plena Segunda Guerra Mundial. En el mundo del arte el expresionismo abstracto está naciendo en Nueva York, como respuesta de una nueva generación de pintores que buscaban expresar de una forma nueva su preocupación por la irracionalidad y oscuridad de la humanidad que dejaba ver la guerra.  

Mientras tanto la marina de los Estados Unidos encargó a Charles and Ray Eames el desarrollo de una férula que fuera barata de producir, pero altamente funcional. El resultado fue una férula hecha en triplay casi escultural que podía ser producido en masa y transportado fácilmente debido a su modularidad.

Ambas disciplinas reflejan su contexto, las dos igual de valiosas ante mis ojos. La pintura expresando ideas y sentimientos a los que no se les puede poner palabras, creando obras con las que personas de todo el mundo pueden empatizar. Y el diseño creando objetos tangibles y funcionales que resuelven problemas y mejoran la vida de las personas de manera significativa.

El diseño es un claro reflejo del contexto de una cultura, no solo de los pensamientos, sino de cómo resolvían sus problemas con los recursos que tenían a su disposición. ¿Por qué no diseñamos las mismas cosas que hace 50 años? ¿Por qué en Japón y en México no se crean los mismos objetos? ¿Por qué sillas y no tatamis? Fácil, porque es claro que las necesidades y experiencias de la cultura occidental y de la oriental no son las mismas. No vivimos los mismos rituales y nuestra vida cotidiana no es ni remotamente parecida. Cada cultura tiene su propio bagaje cultural, necesidades que resolver y recursos disponibles que dan como resultado objetos completamente diferentes.

Como creadores esto representa una gran responsabilidad para nosotros. Si tenemos una voz para hablar, tenemos que ser cuidadosos con lo que decimos, con lo que creamos, estamos cristalizando nuestra realidad. ¿Cómo podemos resolver las necesidades actuales de manera acertada y responsable? Estamos escribiendo la historia sobre la que alguien va a hablar en algunos años.

 

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